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Una vez el cerebro desembarazado, libre, en marcha, y la razón y el sentimiento o armónicamente, corresponde a cada uno edificar su propia concepción de la vida, cumplir su propia revolución, levantar su ciudad futura individual. Que cada uno dirija su vida según su temperamento, su carácter, sus aspiraciones, y que la ejercite, aislado o unido a otros, amplia, intensa, feliz.
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De tal modo, proclamando bien alta la voluntad de vivir para sí mismo, su esfuerzo le ha conducido a trabajar por otro, a reproducirse, a cumplir su destino, su razón de ser un hombre sano, vigoroso, enérgico, audaz, enamorado de la vida verdadera fuera de la autoridad, un anarquista, en fin.
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El anarquismo individualista. Émile Armand
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