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domingo, 22 de enero de 2012

El rastro

Me encanta el mercadillo o rastro de los Domingos por la mañana. No porque me guste comprar cosas inútiles, aunque a veces si compro cosas que necesito, sino por el ambiente. Es por el fluir de personas, de palabras, de colores.

El mercadillo lleva unos meses que se llena de ofertas de objetos bastante buenos. Esto sucede porque están cerrándose muchas tiendas en la ciudad, y los que están en los puestos del rastro, aprovechan y compran género al por mayor, barato y de bastante calidad.

Pero independientemente de ello, me gusta el mercadillo, porque se ve a la gente conversar como se hacía antes. 
Se ve que la gente aún conserva la educación del ser sociable, del hablar con desconocidos con naturalidad, de compartir opiniones.

Espero que estas cosas, más las sensaciones que percibo y que no sé expresar con palabras, sigan existiendo cada vez que baje a observar los puestos, sus gentes y las personas que buscan las ofertas.

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