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lunes, 28 de enero de 2013

28 Enero


Lo único que sucede es que tú 
te has quedado cantando sola un dueto.
Pero ya dejarás de cantar,
de brillar...
Para volver a cambiar los colores de tus pétalos,
o los calcetines que están colgados en el tenderete.

Porque sin tus lágrimas,
las sonrisas no pueden crecer.
Porque sin los rayos del desamor,
no pueden crecerte tallos y hojas de amor.

Sería muy fácil, que alguien te diese la solución.
Que un tío cualquiera te camelara en cualquier barra de la vida.
Y que olvidaras por unos momentos,
que tu amor estaba cuajando,
e iban a salir unos ricos yogures.

¿Pero a quién engañarías?
A la luna...
Pero no a ti misma.

Pero tú te has quedado con la nata,
y la otra persona...
- ¿Y a mi qué cojones me importa la nata?

Lo bueno, es que de mi tristeza, 
mucha gente puede sacar chistes,
mucha gente puede sonreír y decir: 
¡vaya, qué muchacha, esos no son problemas!

Y me estoy riendo.
Y estoy llorando a la vez.

Quejarme nunca se me dio bien. 
Pero aún así a veces lo hago.
En vez de vacía, 
me he quedado llena.
¿Es raro?

Las mejores canciones y el mejor arte,
suele salir de las grandes desgracias.
Por eso yo no estoy escribiendo una obra de arte.




Vine de una niebla gris llamada Adolescencia, donde un barco que me acompañaba naufragó. 
Fue una pérdida dolorosa.
 cuando empezó a salir el sol, fui viendo como era el mundo que me rodeaba y cuando estaba viviendo intentando remar sola, encontré una isla y  andando por ella, encontré un tesoro.
Los tesoros son así, deben enterrarse de nuevo tras haber sido encontrados, pues sino sólo los encontrarías tú. Y ya no serían tesoros.
- Pues no sé que decirte...Yo como pala me quiero jubilar... Y me gustaría que éste fuese mi último tesoro. Aunque sé que en realidad soy joven para jubilarme...



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